Centro de Estudios Turiasonenses

En orden cronológico de fundación, el Centro de Estudios Turiasonenses es el tercero de los Centros de la Institución “Fernando el Católico” de la Diputación Provincial de Zaragoza.

No obstante, aunque nació en 1962 su historia reciente arranca de 1978, cuando un grupo de personas preocupadas por el progresivo deterioro y destrucción del patrimonio de la Comarca de Tarazona decidió emprender un programa de actuaciones que salvaguardase los elementos culturales en su más amplia concepción.

Con el paso del tiempo, el CET se ha convertido en un centro cultural de importancia estratégica en el contexto comarcano, siendo un organismo plenamente integrado en la comunidad que le dio origen. Además, siempre ha acogido a los estudiosos de aspectos concretos sobre la Comarca de Tarazona y el Moncayo, con los que ha mantenido una relación de permanente cooperación.

De la vasta labor desarrollada destacaremos tan sólo algunos logros significativos. Citaremos, en primer lugar, el descubrimiento de un crecido número de yacimientos y elementos arqueológicos, algunos tan espectaculares como la cabeza de carneola del emperador Augusto, custodiada en el Museo de Zaragoza junto al resto de elementos patrimoniales –entre ellos una notable arca ferrata– rescatados en las excavaciones del Colegio Joaquín Costa.

Lo mismo cabe decir del depósito de cerámicas del siglo XVIII recuperado en el antiguo Hogar Provincial Doz o del alfar de lucernas romanas exhumado en la calle Caracol, el primero de su naturaleza localizado en el valle del Ebro. El inventario de los materiales arqueológicos de la colección que la Compañía de Jesús reunió en el monasterio cisterciense de Veruela constituyó un hito en su momento. Del mismo modo, se han rescatado piezas tan significativas de nuestro pasado como el sarcófago romano de la iglesia del convento de Santa Teresa de Jesús, conocido como El Carmen, o el mosaico romano extraído en un solar de la calle Tudela. También destacaremos el descubrimiento de una villa romana en el Polígono Industrial (con ocupación entre los siglos III-V de la Era), el hallazgo de diversas estaciones paleolíticas y el seguimiento de varias colecciones privadas. Otra excavación arqueológica reseñable que se efectuó a instancias del CET fue la del patio del palacio de Eguarás, donde se localizaron vestigios de un importante edificio público de época romana.

Esta intensa y fecunda labor arqueológica dio pie en su momento a la creación de la Exposición Permanente de Arqueología del Moncayo, que permaneció abierta al público hasta la clausura en 2016 de la Sede de los Bajos de Palacio Episcopal. Por falta de espacio en la actual Sede de la calle Baltasar Gracián, los materiales que allí se exponían permanecen almacenados a la espera de una nueva ubicación.

También debe consignarse la localización y estudio de varios edificios que acreditan el pasado mudéjar de la comarca, algunos tan importantes como las antiguas mezquitas de Torrellas y Tórtoles, hoy felizmente recuperadas tras años de olvido. Del mismo modo, la fecunda labor de investigación desarrollada en torno al patrimonio artístico y monumental, sacro o civil, de Tarazona y su entorno, que ha dado pie a la realización de varias tesis doctorales, más tarde editadas o coeditadas por el propio CET. También se ha colaborado en la recuperación y ordenación de diferentes archivos históricos y en la recuperación de varios periódicos locales editados al filo de 1900, imprescindibles para conocer el desarrollo de la ciudad en esos años. Todo esto forma parte de un trabajo silencioso y metódico que raras veces trasciende a la opinión pública, aunque haya contado con el respaldo inestimable de numerosos turiasonenses: amigos y colaboradores que de forma desinteresada nunca han dejado de colaborar en los trabajos del Centro.

La ventana exterior de esta intensa labor son las publicaciones del CET, entre las que sobresale la revista Tvriaso –que se intercambia con prestigiosas revistas científicas a nivel nacional e internacional de tres continentes– sin por ello olvidar la edición de actas de congresos y reuniones científicas, de monografías sobre historia y ciencias de la naturaleza de nuestra comarca o de publicaciones consagradas a la difusión de la fotografía antigua de la ciudad. A todo esto hay que sumar exposiciones, conferencias y un largo etcétera.

En el momento actual son muchos los turiasonenses de las más variadas profesiones que están implicados en el progreso del conocimiento y la difusión de nuestra cultura. Su objetivo común es apoyar o tomar parte en la labor de investigación, así como divulgar y defender el patrimonio cultural y natural de la Comarca de Tarazona y el Moncayo. El programa elaborado en 1978 sigue en vigor; eso sí, con las preceptivas adaptaciones pensadas para aumentar su repercusión a nivel comarcal, regional e incluso nacional. En este sentido, la cooperación con instituciones similares que actúen a nivel comarcal, dentro y fuera de Aragón, ha sido siempre un objetivo prioritario del CET.

Los miembros y colaboradores del Centro de Estudios Turiasonenses proceden de muy diversos campos. No faltan, por supuesto, las personas ligadas profesionalmente al patrimonio, en particular profesores, licenciados o estudiantes universitarios, maestros o restauradores, pero muchos de nuestros colaboradores y asociados carecen de una vinculación laboral directa a la docencia, la investigación o la gestión cultural. Para nosotros esta rica koiné es un anhelo irrenunciable.

La revista Tvriaso es, sin duda, el instrumento que mejor representa la tarea cotidiana del Centro de Estudios. En sus páginas ven la luz cada dos años estudios de orientación muy diversa, centrados en buena medida en el ámbito de las ciencias humanas. Una parte significativa de los artículos son el resultado de investigaciones efectuadas en la comarca a lo largo de varios años, lo que convierte a la revista en un vehículo necesario para la difusión de los mismos.

Sin embargo, el Centro de Estudios no sólo vela por los yacimientos arqueológicos o los monumentos históricos. No dedica su esfuerzo únicamente a su análisis concienzudo y a la lucha por su conservación. Nuestros objetivos serían inalcanzables sin pensar que por encima de estos valores se encuentran las personas al cargo de su preservación, que son la verdadera alma de nuestra cultura. Toda pasa, inexcusablemente, por la voluntad incansable de explicar nuestro trabajo y el recurso a los medios de difusión para que quienes poseen este patrimonio comprendan sus claves y añadan razones a su conservación.